Los perros abandonados
muchas veces tienen suerte
y les cambia el destino
de caminar los caminos
y aparece un nuevo amo
que los salva de la muerte.
Al principio desconfían
duermen con un ojo abierto;
la mano desconocida
acaricia un sueño tuerto.
Necesitan muchas buenas
para olvidar tantas malas
su fidelidad dolida
es palomita sin alas...
El corazón asustado
y la panza demorada.
Toda la pena del mundo
quita brillo a su mirada.
Sólo el tiempo olvidadizo
lleno de amor y dulzura
borrará como una goma
poquito a poco la duda.
La cola sin energía
volverá a dar plumerazos
y el ascensor del cariño
ascenderá a nuevos brazos...
El amo abandonador
tendrá dos grandes tristezas:
- echar al que no se va...
- buscar al que no regresa.
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